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El tipo de parto y el tipo de lactancia condiciona la microbiota intestinal de los bebés

La llegada al mundo de un bebé es uno de los acontecimientos más revolucionarios que nos podamos encontrar.

Llegar al mundo por cesárea o parto vaginal, va a condicionar la composición de la microbiota del recién nacido, como también va a influir si la alimentación que se establece es con leche materna o con leche artificial.

La diversidad de la flora intestinal que generemos en el nacimiento y posteriores meses, va a repercutir en la salud a lo largo de toda la vida.

La  microbiota del bebé va a depender de varios aspectos:

  • Edad de la madre.
  • Alimentación y uso de fármacos.
  • Microbiota vaginal.
  • Tipo de parto.
  • Entorno del parto.

La microbiota tiene una transmisión vertical, materno-filial. En un parto vaginal normal, se da una contaminación por la microbiota vaginal y rectal materna, siendo este el primer contacto con microorganismos que ocurre en el tracto digestivo. Por tanto, el momento de nacer es muy importante para el desarrollo futuro del bebé.

Cuando nacen por cesárea las bacterias que llegan a su organismo lo hacen a través de la piel de la madre e incluso de la piel de los facultativos que atienden el parto, siendo la microbiota del recién nacido completamente diferente. 

 

Alimentación del recién nacido

La alimentación es el factor más relevante en la implantación correcta de esa microbiota; la leche materna es fundamental porque tiene componentes bifidogénicos que favorecen el desarrollo de una microbiota adecuada así como factores de protección inmunitaria.

Fases de la microbiota intestinalk

Como podemos apreciar en la imagen, la microbiota de los bebés tiene una gran variación dependiendo del tipo de alimentación en conjunto con el tipo de parto que se haya realizado.

En el Máster de Salud Hormonal y Ginecología Natural que comienza en noviembre, no solo estudiaremos la microbiota de los recién nacidos y sus madres, sino que abordaremos de una forma holística la salud femenina sin dejar a un lado su contexto, las singularidades hormonales, las etapas vitales y esa parte más íntima que engloba la sexualidad y las emociones.

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